La comunidad educativa se encuentra abrumada por el intento de suicidio de una alumna de 9 años de una escuela capitalina, que puso nuevamente en escena el debate sobre el tratamiento del bullying, la soledad y la problemática de salud mental entre niños y adolescentes.
La niña se encuentra internada y el pronóstico sobre su estado de salud es positivo, aunque no deja de ser reservado. El mundo escolar, mientras tanto, analiza lo ocurrido y los funcionarios se encuentran consternados. Al tiempo que los familiares de la pequeña estudiante denuncian que se trata de un caso de bullying que no ha sido correctamente atendido, en la escuela se menciona que se está aplicando el programa de contención que está instalando en las aulas el enfoque de la pedagogía del cuidado, que hasta hace pocos días había sido señalado como de efectiva aplicación, ya que hay cerca de 600 centros de mediación en las escuelas primarias estatales.
En efecto, este programa fue creciendo desde 420 centros el año pasado hasta la presencia de los centros en casi todas las escuelas, con participación activa de los estudiantes como mediadores, gestores de soluciones frente a situaciones conflictivas que pueden resolverse mediante el diálogo, con el uso de buzones para canalizar esos problemas y supervisión de las autoridades. Estos espacios ya lograron cambios visibles, dijo el director de Nivel Primario de la provincia, Carlos Díaz, quien explicó que “chicos que antes eran catalogados como ‘problemáticos’ hoy tienen un protagonismo positivo y son reconocidos d otra manera”. El funcionario, que analizó que “la escuela es la caja de resonancia de la sociedad” dijo que este programa se va a extender ahora al nivel secundario y se procura expandirlo también a los establecimientos privados.
Pero esta situación planteada con la emergencia de la niña de 9 años es un fuerte llamado de alerta. El delegado episcopal de Educación, Daniel Nacusse, dijo que muchas veces los establecimientos se ven desbordados por situaciones emocionales de los chicos y que faltan espacio y tiempo para abordar estas problemáticas. Agregó que hay urgencia por resolver un fenómeno complejo: “La violencia que atraviesa la sociedad; los vínculos familiares y la relación entre las familias y las escuelas; el impacto de las redes sociales y el hiperindividualismo que genera una profunda sensación de soledad en niños y adolescentes”.
El problema está extendido. Países como Francia están replanteando qué hacer con la facilidad con que acceden niños menores de 15 años a redes sociales adictivas; y a raíz del caso de la jovencita armada en Mendoza se reveló que los adolescentes en esa provincia registran un 27% de intentos de suicidios.
Se requiere, entonces, enfoques más profundos y comprometer a las familias y a las escuelas a dialogar. Además, agilizar mecanismos para detectar problemas cuanto antes y analizar estrategias en función de los resultados.